Suponemos que el sol siempre va a estar ahí, en Puerto Madryn. Suponemos
la arena, el brillo, las nubes, los cables, la marea, las gaviotas, la
temperatura del color y las sombras.
Imaginamos una cinta transportadora que aparta los años transcurridos y
luego los suelta y los empaqueta en una gran caja marrón con forma de corazón, moño
rosa, una gran caja que se abrirá en un futuro que… ya veremos (esos futuros
presentes)… y aparece, entonces, la estrella de la road movie.
El final gira y gira, todo alrededor, a cada paso, en cada lágrima, en
cada muda inspiración.
Atestiguar no vale mucho… si no es el móvil la entretención.
Sin embargo es tan intrincada la realidad (la realidad, ese sentido
común que casi nadie comparte con nadie) que tal vez todo lo anterior, todo de
todo, sea una falacia.
Ahora mismo cae la estrella… otoño y frío.