Y siempre hay una foto; esta toma fué hecha el último domingo mientras caminabamos rumbo al cumpleaños de mi suegra, y mientras caminábamos hablábamos del sistema y de los objetivos y de los deberes y de la competencia y de los premios y de las culpas y de todo ese montón de mierda junta que -con una sonrisa en los labios- nuestros padres, abuelos y maestros nos meten de chiquitos en la cabeza, convirtiendo nuestra libertad en una mera y aburrida -por no decir trágica- descripción consumista de la realidad, por eso:
"Está todo en tu ventana, niño desconocido:
el peluche que es tu juego, tu justificada, por todos, dicha del ahora
la cigueña, tu fantástica procedencia, condición culposa, a futuro, del gozo del después
y la cruz... en donde clavarán tus ansias y tus alas
para ya no jugar, volar y gozar..."
Es cosa seria la vida; se empieza por el asombro y se llega a la lucha encarnizada por un metro cuadrado de libertad, por llevar a cabo el juicio al dictador que vive en la mente y que todo lo perturba, por poder frenar, aunque sea un poquito, esa inercia que ya estaba viva cuando nos clasificaban del uno al diez y nos obligaban a memorizar las marchas patrias y nos amenazaban con ser unos parias si no eramos capaces de ajustarnos a ser iguales -o parecidos- al pibe que portaba, orgulloso, la bandera.