La verdad es que no lo sé, pero vale la pena averiguarlo; lo cual equivale a salir a buscar la respuesta cámara en mano. Y eso es lo que intenté anoche, mientras pedaleando, disparé una y otra vez con velocidades no menos lentas que los diez segundos, con un mínimo iso 80 y todo bien cerrado: f: 8.0
Enseguida reconocí un problema: mi cámara no permite volver a disparar en el mismo fotograma. Otro: no tiene bulbo y no me permite sobrepasar los 15 segundos de exposición. Y las tomas largas se devoran la batería. Pero en fin, lamentando también la imposibilidad técnica del disparo en la segunda cortinilla, recordé que existe el otro elemento mágico en todo este asunto: el laboratorio digital, es decir, el bendito photoshop.
Acá están las tomas en crudo, laburadas con los contrastes y los colores, pero en unitario, en solitario... porque cada una de estas fotos representan a cada una de las líneas melódicas asignadas a cada violín, a cada trompa, a cada flauta, a cada cello... un fotograma sin forma construído con doscientos fotogramas sin forma... estoy presentando, entonces, las micromelodías, los microdiscursos, las chorreadas y pequeñas líneas aisladas de pintura electromagnética, líneas construídas con fotones, con luz... o con su ausencia.
Y es mejor así, porque entonces el trabajo recién comienza. Y como la entretención es la meta, bucearé, como Jaques Cousteau, en las fosas abisales del photoshop para llegar, algún día, a ese vértigo, a esa masa gigantesca tan demente como genial.
Adjunto el audio, vía youtube, de la obra de Ligeti. (adictos a calamaro y sus clones, abstenerse: la escucha de esta mega obra podría, fatalmente, herirles la micro sensibilidad)