Veo el mar desde el balcón
y la gente paseando perros
luces encendidas y la espuma allá a lo lejos
la espuma de las olas y su eterno vaivén.
La torre del agua seguramente está encendida
y avenida Colón es un circuito infinito
que te lleva a la parrilla, a la rambla y al puerto
y al casino y a la plaza y al bar multicolor.
Puedo imaginar que hoy sirven pasta con mariscos
en el restó de los abuelos
y hay luces en el puerto y el Cristo gris y los barquitos volviendo
y marineros orientales corriendo hacia el centro
entre lobos que no duermen y barcos que esperan para partir.
Y hoy sirven picada especial en el descanso del marino
y vino malbec y tarta con helado y frutos del bosque
y aseguran que luego hay caminata
a través de los barrios sencillos con sabor a sal
y es a medianoche
cuando gana la sorpresa de volver a sentir lo que se escapa de a poquito,
lo que tiene gusto a tiempo
y el aroma del misterio
que se vuela como vos y como yo y como todo lo demás.
Y hoy seguramente llueve en Mar del Plata,
o salió el sol, o nieva o sopla el viento,
y nuestros fantasmas caminan buscando un refugio
esperando que abran la persiana
y el balcón vuelva a la vida
y se caliente la pava y se llene el mate y se encienda la radio
sólo un rato más,
sólo un instante más
antes de apagar la luz