En un gran porcentaje –o pequeño, da lo mismo- somos responsables. De
lo que pasa y permitimos, de lo que no controlamos, de lo que hacemos juntos y
en total complicidad. Somos responsables de la muerte de la vaca aunque no
peguemos el mazazo, y todo así. McDonalds y la explotación sexual. Los misiles sobre
Irak y el litio en mi computadora. Hoy necesitamos lo que no necesitábamos dos
décadas atrás; y entonces mucho más que lo soñado el siglo anterior… ¿qué? ¿cómo? ¿que retrógrado?... sin embargo afirmo estar
escribiendo esto desde mi PC-esclavitud-despojo de la megaminería-. El asunto es que el consumo es ley, y el planeta apesta. Un tremebundo asalto a la
nariz desde la cloaca humana. La organización del mundo apesta a gases, a
ruido, a odios, a beeps, a despojos, a híper desconexión garantizada de red social... apesta a rebelión y a
dócil entrega, apesta a machismo, travestismo, feminismo, lesbianismo, trolismo,
putismo, gaggismo, cuckoldismo reventado de film XXX, corset y medias con ligas: “Lo que no pudieron con
el paco lo lograron con el celular”, repite como un mantra-conurbano mi abducido
amigo mientras masturba incansablemente la pantallita sin esperar siquiera una
eyaculación feliz a cambio. Paco, tecno, tecnopaco, falopa, un mundo feliz, amor
digital, muzarella virtual, una pizza-orgasmo sin aditivos ni cagadas de
paloma. Una soledad suicida de pura carcajada. Volvió el Señor, pero ni onda. “Volvió
el Señor”, página ocho del diario. La verdad es que regresó Jesús y ni nos enteramos… porque Jesús
vino sin Whatsapp.
Chilla desde el pasado esa voz femenina, chilla rock & roll -estaba tan buena la peliroja y
hoy es una anciana-… ¿tendrá whatsapp?
"Ya debe estar muerta" pienso.
Tan vivo yo, y tan seguro.
"Ya debe estar muerta" pienso.
Tan vivo yo, y tan seguro.