La masacre martillando en el cerebro mientras bajo del bondi, las
calles grises, la gente muda, las nubes de lluvia, la memoria de los Jones y de
los mapuches que dejaron su sangre derramada entre las piedras blancas. Piedras
blancas, cerebros de piedra, blancos e impermeables como blanca es la pureza,
alimentaria, pureza estética que miente y somete y envenena.
Y así todo, pasando el día. El sol que asoma, el Touring Club como un
oasis entre muertos vivientes… ¿es que nadie recuerda?: acá, en el Touring Club,
están las fotos que debería guardar la memoria del pueblo.
Pero no.
Volátil es la memoria humana mientras persigue la meta. Luego –antes o
después es lo mismo- me cruzo con sus caras dibujadas en la pared, escrachadas,
inmoladas, profanadas.
Absolutamente a nadie le parece importar.
Cayendo la tarde subo al bondi para regresar a Madryn y en mi mente un
pensamiento se repite como un mantra:
“Vivir en cualquier lado, menos en Trelew”