La tormenta llegó a media tarde desde la ribera peruana,
el primer vislumbre fue por la mañana,
y en el medio del día comenzó a eclipsar al sol con sus tenues volutas fantasmales.
Globos gordos y negros, esponjosidades terroríficas flotando lentamente
sobre nuestras cabezas.
Y cuando todo estaba por estallar en un pandemonio de relámpagos y truenos desesperados
su final apareció a lo lejos, femenino e incierto,
un final abierto sobre la costa lejana del Perú
un final abierto sobre la costa lejana del Perú
cuando Febo nuevamente brilló.
El sol es una línea blanca,
es la velocidad del fotón y del neutrino
que todo lo atraviesa...
una línea de fuego blanca y recta como un rayo a la velocidad de la luz.