jueves, 13 de octubre de 2011

Yo como todos

Tal vez es la humedad. O la presión despiadada que el sistema ejerce estos últimos días sobre mi mujer... el colegio, las prácticas, los alumnos, la obligatoriedad, la ley del gallinero desde la portera hasta la directora, ley que exige siempre más y más a todos hasta secarnos las venas, las neuronas, las ganas de coger. Y al re pedo, martirio generalizado y el mundo se sigue hundiendo en la mierda, con la idea del triunfo pesando sobre nuestras cabezas como una espada de damocles que hasta llega a aburrir, pero nunca deja de asustar. Mami en la mente exigiendo mi superación, mi talento, mi genio. Sarmiento a punto de ahorcarme porque falté al colegio. Tu hermano mayor desde el podio de la disciplina como un faro que te inunda de luz hasta la ceguera y la inmovilidad. Acaba de posarse una mosca sobre el monitor, la aplasto con el dedo gordo -está bastante idiota la pobre- hasta que le brotan los diminutos intestinos para afuera. La muerte. Al final siempre es lo mismo. La muerte y el mundo que se va, porque queda otro, el que viene llegando, pero no es el mío. El mío es éste, el que se está muriendo de a poco, desapareciendo, cayéndose a pedazos.
Limpio la mosca reventada y me acuerdo de Palanca, de Sergito; imagino al Chino estrellándose con la avioneta entre Italia y Francia, recuerdo al sobrino de Kari partiéndose la columna vertebral en la pileta el día de su cumpleaños, hace ¿cuantos años?¿diez?¿quince?... todavía vive, todavía está en cama, todavía su columna está partida.
Saco la botella de moscatel y me sirvo un trago, porque todo no puedo: no se puede dejar el faso y el cigarro y la pizza y el escabio sin perder las ganas de vivir... ya no fumo el humo, ya no cuelo el ácido, y no bebo desde el domingo aunque hoy es jueves... ¿debo sentirme culpable?¿y si me enfermo?¿y si me muero?
Recién, antes de ponerme a escribir, abrí la carpeta de imágenes de Mar del Plata y la angustia trepó rauda por el cuello hasta llenarme los ojos de lágrimas... ¿es que en Mar del Plata sería más feliz?, lo dudo, creo que en ningún sitio sería más feliz si no logro acabar con el dictador que tengo instalado dentro desde que me cagaban a piñas de chiquito. Y me doy cuenta, al mismo tiempo, que no me moví un pelo: lograr superarme es el palo en el culo del sistema, da lo mismo si es llegar a ser libre o llegar al palo verde en el banco... el montarse a caballo del presente para soñar con un futuro que hoy no está es una de las pequeñas desgracias cotidianas, especialmente porque la vida se pasa y uno no está. Y uno no está porque quiere ser un genio, quiere que mami lo aplauda, quiere llenar estadios, firmar autógrafos y comprar una mansión en la costa amalfitana, es decir, una mierda, el gas de un pedo. Y está la religión, ajaj, como si con lo que ven mis ojos y con las nubes que pasan por mi mente no fuera suficiente.
Aceptar. Aceptar es el camino y el caminar. Aceptar que soy un fracaso para todos y un fracaso para el Dios de Ratzinger, que cuenta billetes mientras se morfa un pibe dentro del placard y se caga en las palabras del Cristo. Aceptar que nunca le voy a poder creer a los periodistas porque sé, como sé que necesito el aire que respiro, que mienten; aceptar que la grasa se acumula, que el pito se gasta, tanto como se gasta el diapasón de mi guitarra y la banda magnética de la tarjeta de crédito, y también se gastan las ganas de salir a comerse el mundo, porque ahora que lo pienso ¿que es el mundo?¿que significa?... acidéz, hartura, vacío, superficie que basta para un brillito de blem pero no para echarse una siestita, porque las aves tienen nidos y los zorros tienen cuevas, pero yo no encuentro donde recostar la cabeza. Y también es aburrimiento de sufrir y de pensar y de calcular y de remar y de, cobardemente, quedarme con las ganas de cortar el ancla, aunque debo reconocer que ni siquiera, a mis 42, logré encontrar la cuerda. Un aplauso para Salomón, que ni siquiera llegó, con toda su riqueza, a vestirse como una flor del campo que hoy se abre y mañana se echa al fuego... él tenía razón: todo es vanidad y perseguir el viento... descontando el amor de la mujer que está a mi lado, o escribir esto, o mover la mano, chupar el moscato y respirar el aire que vaya, todavía, entrando en el fuelle.
Mañana será otro día, como hoy, como en el imperio Persa, como siempre. Tal vez yo no esté mañana. O vos. Tal vez mañana todo cambie y pueda aceptar que hemos, nosotros los adultos de todos los putos tiempos, creado un infierno. O un cielo, que seguramente será, jaja, digital.
Pero bueno, podría ser peor... por lo menos ya funciona de nuevo el BlackBerry y mañana otra vez hay partido.
¡Ah!, y...
¡no bombardeen Barrio Norte!
¿Y porqué esta foto?
Porque ella, que murió hace tantos años, jamás imaginó esta imposibilidad: ser un cuadrito en un museo marplatense, una foto, una imagen en un blog, en una red, en un planeta, en un sistema, solar, en una galaxia perdida en un tiempo y espacio relativos, en una acumulación de elementos livianos y pesados cocinados dentro de una súper estrella que explotó y que fué, hace miles de millones de años, un cataclismo salvaje y espectacular a nivel universal.
Ella y lo mismo yo, como todos, ignorantes...