viernes, 29 de junio de 2012

Santa María pizza

Un clásico. Hace cuantos años soy habitué de esa pizzería de Chacarita no lo sé, pero los que andan por la cuarentena como yo recordarán los neones verdes en forma de rombos que secuenciaban por fuera ida y vuelta de un punto al otro del local. Y ya en ese entonces era habitué. Más cerca, durante años, cené los martes unas porciones al corte luego de los ensayos con el dúo "Camino al mar", y desde hace seis comparto ese entrañable ámbito con Paula, mi mujer.
En sus mesas y en solitario, acompañado de una chica calabria y una botella de moscato, he leído Moby Dick, de Melville; Crónicas marcianas y El hombre ilustrado, de Bradbury; El Aleph, Ficciones, Otras Inquisiciones, Prólogos y demás, de Borges; Más allá del tiempo y El amor y la soledad, de Krishnamurti; Solaris, de Lem; 2001, Cita con Rama y demás, de Clarke; y Sagan, Wilde, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Avila, La Biblia, Nietzche, la Filocalia, Baghwan Rajneesh, etc. También he escito música a bordo de sus mesas y he escrito poesías y boludeces amorfas varias. Y he hecho fotos, muchas fotos, miles.
Estas fotos fueron hechas hace exactamente una semana, en la habitual salida pizzera de los jueves y/o viernes.
Para los que nunca fueron, recomiendo la fugazeta rellena, la calabresa y la de verdura con salsa blanca y provolone.
Muchos mozos que tengo en la memoria ya no están, ni sus pasados dueños, pero entre los habitué están siempre los habitués de siempre, con algunas excepciones que la muerte se ha encargado de borrar...

miércoles, 27 de junio de 2012

Patagonia en el recuerdo (invierno)

Entre los años 1993 y 1996 fortuitamente la patagonia me atrapó. Primero, un viaje de rutina a Villa la Angostura en el verano de 1993 -cuando todavía era un pequeño pueblito ignoto perdido en las montañas- me conectó, sin pretenderlo, con las siempre presentes posibilidades de esos lugares turísticos emergentes, y ya en el invierno del mismo año estaba encargado en un bar, el "refugio Isaías", a los 1500 mts del Cerro Bayo, a doscientos metros de la silla central, al borde mismo de la salida del poma y en el descanso de la pista "18". Lo más inolvidable: Andrés Cleaver, alias "Marley", encargado de la cocina y desarrollando allí y con los mínimos recursos que el inhóspito clima impone, los platos más sabrosos e increíbles; y Jaime, nuestro amigo comodín... nunca vi un tipo laburar tanto en la vida. Podría, literalmente, escribir un libro con la historia de la profunda amistad de este trío reventado y liminar que nunca transó con la berreteada y superficial pelotudez del "hombre turisquero de montaña"-. Más allá de la experiencia de la tremenda cordillera y el frío y la nieve y el snowboard y el viento helado y la tormenta, la gente fué, lejos, lo más significativo de la experiencia. En las fotos un poco de todo: las montañas y las tablas, la nieve y los rostros queridos que se niegan a partir del archivo de la memoria. Estas fotografías, hechas con una Canon EOS 650 a rollo color, están escaneadas de las copias originales y procesadas con el adobe photoshop.

lunes, 25 de junio de 2012

Tilcara (2)

Luego de dejar todo en el hospedaje, un pequeño departamento con baño compartido y con un balcón bellísimo con vista a los cerros, subimos caminando hacia el famoso Pucará, que dista del pueblo a un par de kilómetros. Y luego los cerros de color, las telas lisérgicas, los instrumentos musicales, la multitud de cardos como personajes mudos, ascetas verticales e inconmovibles que sólo parecen sostener diálogos secretos con el viento y con los pájaros que suelen anidar en su interior hueco.
Y luego el ventarrón, el sol tremendo y ese silencio que está hecho de soplido y de sombras, silencio primigenio y anterior como el crepitar del fuego y el golpetear de las gotas de lluvia; un silencio sonoro que detiene el alma, que aclara la mirada y renueva mientras atraviesa la columna vertebral con una corriente nueva y tan lejana y profunda que llega a conectar la tierra con las estrellas, la galaxia y el enjambre espacial con el principio de todas las cosas.