sábado, 15 de octubre de 2011

Potpurrí fotográfico-temporal

Revolviendo carpetas de este año encontré interesantes tomas que tal vez no dan para una edición orgánica en su coherencia, sino para un potpurrí inespecífico, antojadizo... algo así como esos discos que no tienen un género definido justamente por ser una mezcla arbitraria de géneros y estilos.
"Dios te odia, hijo de puta", reza el grafitti desde una pared del barrio Camet en Mar del Plata; imágenes de Lourdes en Santos Lugares, templo superior y de la última semana; el sol al caer pintando con su mejor luz una pared en el límite de Ciudad Jardín con Martín Coronado; Paula y Boris en el 123 rumbo a Chacarita; una casa-cuartel-campo de concentración en Haedo norte debido a, seguramente, un exceso de TV; mi bufanda en la mañana invernal; una etiqueta de uno de los vinos que más nos gustan a mi chica y a mí... esa sangre de Cristo fué bebida en un pequeño restaurante barrial de Mar del Plata a camino, justamente, de barrio Camet.
Más allá de la fé, que no justifica nada salvo para el que cree en ella -¿como se dice cuando uno cree en la fé?- me enamoran las iglesias góticas, perderme entre sus naves bajo la luz muticolor de los vitrales, pensar en Bach -y en Dave Bowman y en Ray Bradbury- mientras los ecos de mis pasos me devuelven un misterio casi espacial, extraterrestre, celestial... por lo tanto creo que este gusto tiene que ver más con la ciencia-ficción que con portar una fé que me fué dada... y soy consciente que, más allá de la estética y el placer, puedo estar caminando en la antesala del infierno: un negocio horrendo, inmoral y gigantesco que se pierde en el espacio y el tiempo y entre los gritos ahogados del horror de sus víctimas... siempre a expensas de Jesús y de su perenne, innegable e incondicional amor socialista.