domingo, 4 de junio de 2017

Veneno para ratis

Hay ratas, si, en toda gran ciudad las hay. Andan por las cloacas, suben a los techos, recorren cables y palmeras, llegan hasta el río, anidan en agujeros. Ratas gordas como gatos que se multiplican como cucarachas.
Y hay ratis, también.
Los ratis salen de sus cuevas a bordo de sus máquinas, portan armas, llevan gorra, fuman, recorren las calles buscando sus huesos para roer, sus pobres quesos, que son los chicos de clase baja, los negritos.
Detectan un negrito, lo encaran, le piden documentos, le declaran un cuestionario, lo esposan, lo llevan, lo encierran. Tal vez lo golpeen, tal vez lo metan en la parrilla.
Todo esto bajo nuestra europea mirada burguesa, cara pálida que no precisa DNI.
Están, entonces, las ratas, los ratis y las paredes. Y en ellas, el veneno para ratis, anónimos venenos, anarquistas venenos, coloreados venenos, aerosoles venenos escrachados por manos anónimas que rezan: “muerte a la yuta”, “basta de capitalismo”, “tenemos hambre”, “rompamos el asfalto y sembremos nuestros propios alimentos”.
Lo cierto es que estas imágenes no son sólo de un día, ni siquiera de una misma semana. Son de todo un mes, del 29 de abril al 27 de mayo. Están hechas en Caseros, en Villa Devoto, en Liniers, en Monserrat, en Microcentro. Las instancias son distintas, hoy inexplicables.
Y hay de todo: extraterrestres jugando a cazar vaquitas, una reunión de palomas domingueras, sombras, gatos y estrellas, aliens, puteríos a estampita, cantoras nórdicas mudas de pintura, el presidente-gato y el gato con Eva, hay anarquistas escupidas, esvásticas republicanas y declaraciones astronómicas de un viejo juicio por brujería… no, la tierra ni se mueve ni es redonda.
Y sin embargo gira.
El mundo, nuestro mundo, adolece de una violencia milenaria. No se puede cambiar el mundo por las armas, porque la historia del mundo es la historia de ellas. No sabemos si Dios está vivo o si está muerto, pero sus palabras, las de hace ya dos milenios atrás, nunca se han probado, puesto en práctica, llevado a cabo.
Aún no llega el amor, amigos, y nos contentamos con tener a mano el veneno para ratis.
“Algún día mereceremos no tener gobiernos”, dijo El Viejo.