viernes, 15 de diciembre de 2017

Todos tus fantasmas

Están en cualquier lado: en las vidrieras y en el reflejo del cielo, en las nubes, detrás de los tejidos, bajo el sol descarado de diciembre, entre las sombras de los bondis y los cables y las ventanitas de largos y geométricos edificios. Fantasmas. Hay fantasmas gatos, hay fantasmas submarinos, colectivos, perros y espejismos; hay fantasmas cotillón y fantasmas con trazas de hierro y concreto, hay de esos que aparecen de repente y giran y se escapan con dudosa valentía, y otros que, como enloquecidos, vuelven y retozan entre las piernas de los cansados transeúntes…  más tarde pasa esa abuelita caminando lentamente rumbo a su casa de eternidad, y pienso: ¿acaso no es fantasmal nuestra volátil presencia?
Luego, todo se decanta y aparecen las imágenes, pero ese orden es un des-orden con sabor a espectro… “Los hombres olvidamos que somos muertos que conversan con muertos”, dijo El Gran Viejo, y bueno ¿el viejo ahora donde está? ¿en lo escrito? ¿en el cielo? ¿o en el silencioso camposanto?
No sabemos nada. Y esa, justamente, es nuestra gloria.
“Solo sé que no sé nada”, dicen que afirmaba una antiquísima aparición.
Y enseguida le dieron de beber cicuta.















sábado, 9 de diciembre de 2017

Chonchi, Castro, Ancud -Isla de Chiloé-

Se deja la seguridad de la cabaña luego de los mates y las tostadas. Llueve. Se gana la calle y, pateadas cinco o seis cuadras, se arriba a la terminal. Boleto directo a Chonchi. Parte el bondi y una hora más tarde aparece ese destino frente a la mirada. Parroquia amarilla y celeste, calles como montañas, una bahía, ausencia de comidas, sean mariscos, peces o lo que sea. Soledad. Pasa el mediodía y el pueblo se viste de fantasmas. Luego de apostar a una breve caminata, escapamos rumbo a Castro, donde nos esperan las gaviotas y aquellas picantísimas empanadas de mariscos.
Pero Castro se agota en sí mismo, y regresamos a Ancud. Pasa una noche –cerveza y mariscos-, y vuelve el sol. Salimos con ánimo antropográfico por barrios desconocidos bajo una nueva amenaza de lluvias. Perros, gatos, puertas, jesuses, colores y ventanas, navidades y lejanías, nubes negras se disipan y regresa la estrella. Sube la temperatura. Siguen las dos piernas –que son cuatro- y regresamos al nido.
Quedan algunas imágenes y una impresión en las retinas y en el corazón.