miércoles, 26 de febrero de 2014

Pasa el tren

A menos de un metro pasa el tren rumbo al segundo cordón bonaerense,
pasa el tren mientras nuestros pies nos llevan rumbo a la ciudad,
uno, dos, tres, cien, miles de pasos rumbo a la ciudad mientras el tiempo se desdobla en múltiples vástagos que nos confunden a todos, porque el tiempo, ese inasible fantasma sin identidad,
es como esas chicas que aparecen desnudas en las revistas
y que muestran sus enormes culos redondos en la televisión:
de todos y de nadie: putas.
El tiempo es una puta vendida al mejor postor,
una puta vil y mentirosa que te empuja rapidito para que acabes de una vez,
para que dejes la platita sobre el tramposo colchón y te esfumes en la nada.
Y nos tendríamos que poner de acuerdo en quién es el más apto para aprovechar estas fracciones temporales tan viles y atorrantas...
¿vos, yo, mi chica, Obama, el vecino de la esquina, Fidel, el pibito en la villita, el cantante Luis Miguel?...
¡que pregunta!
Y... ¿para que?... ¿objetivos?
¿para rezar, golpear, nadar, tocar la viola, estudiar, estornudar, coger, pedalear, hacer guita?
Ese tiempo que se fragmenta hasta la mínima disolución en este tiempo de modernidad tardía, no existe.
¡Lo aseguro!
El tiempo, ese puto tirano al servicio de la hormiga del rey Salomón,
es una falacia, una herramienta del Imperio,
un palo profundo metido en el orto para evitar el relajo de la verdadera paz.
O por ahí no, por ahí "el tiempo es oro", como dijo el Tío Rico...
"El tiempo es oro", dijo el tío,
"El tiempo es oro", volvió a decir,
"El tiempo es oro"... un mantra quema bochos....
Vos, por las dudas, no te olvides los forros.
y cuidá el culo...

jueves, 20 de febrero de 2014

Una cerveza en plaza Plate

Llegamos de la nada y nos reencontramos con la ciudad... la energía transmutada desde el menos al mas, pero sólo por un ratito.
Y es muy raro, porque esa noche me parecía muy poco -atrapado por la zozobra del vivir- y hoy me parece tanto.
Los buenos recuerdos funcionan como una plurivalencia emocional que se reconstruye con el paso del tiempo, y a veces lo chiquito se vuelve tan gigante que se añora con lagrimas en los ojos.
Y paso tan poco desde entonces... y tanto.
La vida es un misterio sin significado, y si a veces la encierro en un marquito es porque ese marco me da alas para volar y ver todo desde lo alto.
Que se repita el vuelo...
y la birra, claro.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Una esquina, una estrella

Un lugar cualquiera es el lugar, sin jerarquías.
La esquina de mi casa, la calle Ricardo Gutiérrez al costado de las vías, Mitre y Alzaga, Juramento y Arribeños... valen tanto como Corrientes y Callao, como Nazca y Albarellos,
como dos callecitas de tierra cruzándose en una esquina olvidada en Yavi chico,
con el mismo sol, con la misma estrella,
y con las mismas posibilidades de amor
y de deseo.
El motor verdadero es aquel que levanta el espíritu por sobre la estupidez que reina implacable sobre los mortales,
 y el mundo se empeña en ocultar la sencillez de un color y del silencio entre las heladas líneas de la instalación y del diseño.
Hay más, mucho más, y está todo alrededor
y nunca se agota
y está lleno hasta el borde.
La materia prima necesaria para construir y recrear un universo está en cualquier lugar:
Todo es sagrado.

martes, 18 de febrero de 2014

Tres Aleph en Santos Lugares

Fuimos a Lourdes a llevar dos bolsas de ropa para regalar.
11 de Febrero, fiesta de Santa Bernardita.
En medio del caos humanoide y entre las miradas ciegas a todo que no sea lo cotidiano, flotaban tres Aleph.
Eran esféricos y de una transparencia levemente multicolor, y bastaba acercarse solo un poco para apreciar en su maravilla interior la infinitud toda: el tiempo pasado y el tiempo futuro, todo lo que fue, todo lo que es y lo que será; y también y al mismo tiempo, todo lo que nunca fue, ni es, ni nunca será... y ello en todas las latitudes del universo en que vivimos, en los demás universos extraños a nosotros y en los universos imposibles, los que nunca verán la luz.
Les hice algunas fotos... mas que nada para sacarme el gusto.
Luego acompañé a mi mujer al banco para sacar guita del cajero Link, compramos una lata de atún y unos jabones de glicerina en el Coto de avenida La Plata y nos volvimos caminando a casa.

domingo, 16 de febrero de 2014

Casi como en...

... Coroico, Bolivia.
Pero ahí es distinto.
En todos lados es distinto.
Todo... y todo el tiempo.
Ahora mismo es distinto, distinto que ayer y que hace diez minutos atrás.
Así es la vida.
No la podés agarrar... Borges diría que es:
inasible.

lunes, 10 de febrero de 2014

Preguntas desde un grafitti porteño

"Limpiar baños no es más digno que chupar pijas"
Tal vez no lo sea. No lo sé. Pienso que limpiar baños es un trabajo, lo mismo que apretar tuercas, girar potenciómetros, dar clases, soldar plaquetas, pintar una pared, clavar una aguja para extraer sangre o manejar un camión. Trabajo. Digo, todas estas actividades tienen la dignidad que se suele atribuir al trabajo... no es que defienda el hecho, sólo lo observo.
Luego pienso, chupar pijas... ¿es un trabajo?; esa actividad, el acto de introducirse un pene en la boca para succionarlo hasta provocar la eyaculación ¿tiene la misma dignidad que, por ejemplo, vender hamburguesas en la estación Retiro?
No respondo las preguntas, sólo me las hago... sigo: si mi hija chupa pijas para sobrevivir, pagar el alquiler, mantener el estudio de sus hijos, comer y vestirse ¿me parece a mis ojos igual de digno que, pongamos, coser prendas en una fábrica o envasar cosméticos?... ¿y si cambio el género, si el que chupa pijas es mi hijo?... ¿es lo mismo?
Ahora bien, tal vez el hecho de chupar pijas del grafitti tiene que ver con una actividad placentera, chupar pijas por puro gusto -acá ya ni siquiera importaría cuestionarse el género, frente a la gratuidad de la mamada el macho/hembra es irrelevante-, pero esto genera una contradicción: si el mamar verga es una actividad placentera, no se la puede comparar con limpiar sanitarios, nadie limpia baños por placer, la gente suele limpiar baños por un sueldo.
Por otro lado, dicen que el trabajo es salud, pero millones de trabajadores mueren en una cama triste de hospital, año tras año, envenenados por, justamente, sus pésimos trabajos.
No se si el trabajo dignifica... a veces pienso que eso es un invento de la modernidad, de la revolución industrial, de la necesidad de mano de obra calificada (calificada=barata=esclava).
Y mamar verga, bueno, si yo limpiara baños no me gustaría que me pasaran de departamento y mi jefe me dijera: -"Alladio, deje de limpiar el baño, ahora va a pasar al departamento de mamavergas, mismo sueldo, misma obra social"...
El grafitti un poco me gustó cuando lo leí... luego lo fotografié y, pensándolo, un poco me molestó.
Dejo la pelota picando, no answer... y desde ya, si les gusta la mamada, ya sea gratuita o no, me parece muy pero muy bien.
E igual si limpian baños, claro.

domingo, 9 de febrero de 2014

Otra vez el Imperio -de la pizza-

El lugar mantiene, a lo largo de los años, esa atmósfera de libertad y decadencia que lo hace tan interesante. Frente al Imperio, la estación de trenes del ferrocarril Urquiza, y enfrente de ésta, el cementerio de la Chacarita, como para no olvidar que uno tiene un hogar para regresar y también un destino que lo hace igual a todos.
El Tata llegó pasadas las ocho y media de la noche. Pedimos una grande mitad muzza y mitad jamón y morrones, dos litros de Stella se clavó mi amigo, y yo, un litro y mezzo de moscatel helado. Y fluyeron las palabras, claro.
Nos escapamos del lugar pasada la medianoche... el Tata se volvió a su vida y yo a la mía, aunque en mi caso y en esa noche en particular, creo que mi vigilia duró bastante más, ya que caminando y caminando rumbo a Caseros, como a Bilbo, el camino me atrapó...
Llegué a casa tres horas más tarde, llena de nieblas veraniegas el alma, de silencios y del grato recuerdo de una charla profunda muy bien regada con los sopores de la uva moscatel.
Y también -13 kilómetros- con ampollas en los pies.