lunes, 28 de mayo de 2012

Seis hombres y el mar (1)

Una semana y media no es mucho tiempo para extrañar, pero sí cuando se extraña lo que no es habitual.
Cuando salimos a la ruta mi sensación fue de extrañeza y deja vu: ya habíamos pasado por esto, sólo que la última vez fué hace más de veinte años.
Y giran las ruedas, y se carga combustible, y pasa la vida por la ventanilla, y se llega a la costa, y se come en Cachavacha, y se beben mil cervezas...
Y en la mañana se desayuna sin medida y se corre rumbo a la playa con esa chata que es como un tractor, y se trepa a varios médanos, y los gritos son de vértigo, y la cosa se empantana justo allá arriba en donde el mar es una raya en lontananza, y se juega dichosamente a ser de nuevo lo que en realidad nunca se dejó de ser...

La mirada sin centro

Lo que más me afecta de la vanguardia, esa que todo lo acepta y que por todo reacciona, es la falta de centro. Falta de centro que justifica la misoginia en un objeto relevante de estudio -pongamos, "Williams Borroughs"-, y en detrimento de la escasez de amor y de mínima humanidad, en primer grado; y también en la ciega apología barata, triste y superficial del crimen de género, en segundo (¿o primero?)... tal vez lo último en la mode del arte posmoderno.
"William quiere jugar a ser Guillermo Tell"
La secuencia narrativa podría ser ésta:
1. William pasado de droga y/o alcohol, abrazado a su novio.
2. William, Colt '45 en mano, pasado de droga y/o alcohol, abrazado a su novio.
3. William, Colt '45 en mano junto a su novio y frente a la víctima: su esposa.
4. William colocando la manzana sobre la cabeza de su esposa, asegurandole, entre risotadas, su segura sobrevivencia al disparo -William es muy bueno con las armas-.
5. William, junto a su novio, apuntando a la manzana sobre la cabeza de su esposa.
6. La esposa se coloca de espaldas: no quiere verlo a William disparándole.
7. William dispara, erra el tiro, asesina a su esposa.
Que un tipo sea adulado por escribir tres o cuatro buenas novelas, es bastante común y entendible -hasta envidiable, dirían algunos-; pero que ese mismo sujeto sea santificado por el dolor que le produjo el asesinato de su esposa en manos de él mismo, y en esas condiciones, me excede.
Y más aún me excede la apología que de ello hacen otras mujeres, me refiero a Patty Smith, Laurie Anderson, etc, etc, etc...
No tengo dudas: si el mundo perdura, es por el automatismo de la naturaleza.
"El escritor americano William Burroughs, en una de las innumerables noches de borrachera a las que dedico su vida decidió jugar con Joan, su mujer, a ser Guillermo Tell.
Fue en México, en el año 1951, cuando muy borrachos o no, jugaban muy en serio con una manzana. Emulando a Guillermo Tell el escritor coloco la fruta en la cabeza de su esposa pero no eligió un arco y fechas para atravesarla, optó por un Colt 45, ya que se consideraba a sí mismo un excelente tirador.
El resultado de aquella noche de alcohol y manzana fue: para él cárcel por homicidio involuntario, para ella muerte por hemorragia cerebral." (http://www.erroreshistoricos.com/curiosidades-historicas/muerte/1322-william-burroughs-jugando-a-ser-guillermo-tell.html)





domingo, 27 de mayo de 2012

Sin respuestas

La vida es un océano, una selva, una maquinaria que opera más allá de nuestra voluntad.
Que estar vivo es ya un problema lo postula la realidad a cada instante: cada elección excluye infinitas posibilidades no elegidas, cada senda, la superficie total. Y es que tal vez sea imposible la pretendida totalidad, tal vez uno debería conformarse con sólo una mirada, una óptica, la huella digital de un mero, fugáz y minúsculo ser viviente perdido en los abismos del espacio y del tiempo.
Hay angustia en el estar vivo y ser conciente de ello. Sin conciencia no hay dolor, o tan sólo dolor físico: me refiero al dolor existencial y filosófico que hunde sus raíces en las preguntas ¿quién soy?, ¿donde estoy?, ¿de donde vengo -si vengo de algún lado-?, ¿hacia donde voy -si voy hacia algún lado-?...
Ya Einstein nos despojó del piso y del relój: sin un tiempo no hay un cuando, sin un espacio no hay un donde; es decir, que el espacio es infinito y que no existe un tiempo universal, por lo tanto estamos perdidos en una broma macabra sin razón ni centro. Pretender un mínimo de moralidad -y piedad- entre tanto vacío es, como mínimo, una falacia rayana en lo infantil.
Y éste es el preámbulo que justifica mi impiedad: últimamente voy caminando por la vida como quién camina por un escenario que le es ajeno y siempre ajeno le será ¿o acaso alguien me puede asegurar que ha hecho suyo este indescifrable misterio y ha respondido siquiera a una sóla de las anteriores cuatro preguntas?
Y no me hablen de religión. Primero porque soy esencialmente un ser religioso, pero no me salva ni el Buda, ni el Cristo, ni el maravilloso Lao Tsé de la locura de este abismo, simplemente le reasignan un significado que depende exclusivamente de la fe... fe que todo lo justifica pero que nada lo explica.
Que yo haya nacido para ser redimido puede ser, pero no me explica nada; que yo haya venido al mundo para, como una llama, extinguirme orgásmicamente en el todo, menos; si la esencia de la vida está en el llenarme de nudos y torcido, como el árbol solitario, evitar ser arrancado de raíz, una bellísima máxima, si, pero desprovista de significado, porque todas las máximas y metáforas que me entrega la filosofía de la religión me hacen olvidar de la triste realidad: que estoy solo, solo como vos que leés, solo como mi madre, como mi mujer, mi amigo y mi enemigo: solos. Y no me refiero a solos en el Cosmos, el universo puede estar rebosante de vida y así lo creo, pero en cada estrella, en cada galaxia, en cada planeta y en cada nube interestelar hay, necesariamente, preguntas y soledad, porque... ¿de donde venimos y adonde vamos, si es que venimos o vamos?, y esto se aplica a todos los concientes, en cualquier tiempo aparente o lugar sin centro aparente.
No todo está perdido, hay una respuesta, y es que no la hay.
No hay respuestas, no hay explicación, explicarse la vida no es acumular conocimientos que definen el mundo que nos rodea. Básicamente, haciendo las preguntas correctas, se llega a la eternidad de Einstein: maravillosa, titánica y excedida en todo, pero siempre muda y ajena.
Debe ser por eso que últimamente voy caminando por la vida como un turista que no entiende el idioma y que ha extraviado el mapa: soy un lenguaje de señales que apenas alcanza para definir lo utilitario.

viernes, 25 de mayo de 2012

25 de Mayo

Ya desde que abrí los ojos sentí la llamada de la calle. Entonces nos pegamos un baño, tomamos unos mates, preparamos las cámaras de foto y salimos tipo cuatro de la tarde rumbo a San Martín. Primero caminamos por General Hornos hasta las vías del ferrocarril Urquiza, la cruzamos y giramos a la izquierda unas seis cuadras y desde allí seguimos a la derecha y siempre derecho por esos exquisitos barrios de clase media baja hasta llegar a las vías del Mitre, saliendo justo en la estación de San Andrés. Pensábamos caminar desde allí hasta Villa Pueyrredón, pero un sorpresivo aguacero nos obligó a trepar al transporte, que en diez minutos nos dejó en nuestro pretendido destino. Caminamos luego por Artigas rumbo sur buscando un lindo restaurante para cenar unas supremas de pollo a la Maryland, pero a mi chica le entró el deseo patriotero de un locro argento, por lo tanto seguimos pateando rumbo a la avenida Constituyentes para cenar locro y empanadas en la pulpería "Siglo XX", un sencillo lugar atendido por dos damas mayores de lo más copadas; el locro excelente, las empanadas de carne cortada a cuchillo muy fuera de lo común, también preparan tamales y humitas... acompañó la cena un Vasquito Viejo tinto que superó las expectativas (después de los moscatos pendencieros de anoche, cualquier tinto las supera). Salimos y ya en la calle nos entraron las ganas del helado nuestro de cada finde, por lo tanto pateamos hasta Nazca y Mosconi hasta la heladería "Antigua Napoli", en donde un cuarto per cápita satisfizo la necesidad.
Finalmente caminamos hasta Mosconi y Avenida San Martín, en donde el 123 nos levantó para, media hora después, dejarnos a las once de la noche en la esquina de casa.

¿?

Cuatro de la mañana. Solo.
No me rescata ni "Kill Bill, ni Alien 1....., 2, 3,45678910111200000...; ni -perdón-,  mis amigos, fieles amigos..."Apocalypse Now" (menos...)................. ¿puede ser?
¿me estaré muriendo?
¡No!......, ¡estoy vivo!,... tan vivo como una ameba.
La unicélula cerebral me insta estúpidamente al lecho -y allí, abatido, voy,......... esclavo.
Dicen que con una cuerda se contiene a las ovejas... pero la cuerda es imaginaria... ¡fuck!, ¡estoy atrapado!
Y yo solito me enredé en la red...........
Bye, bye love...


lunes, 21 de mayo de 2012

Lunes filosófico (fotos bajo la lluvia)

Que los lunes son un bajón, ya lo sé; si aparte ese lunes se sucede a unas mini vacaciones en Villa Gesell con una banda de amigos, entonces harto peor. Un ingrediente salvó la psiquis de la sepultura: un día gris y una lluvia inesperada. Entonces, ejercitando mi aceptado escapismo a toda prueba -digan lo que digan, mis pecados son los que me salvan-, escapé de mi casa como se escapa de la poli, cámara en mano, con las zapatillas todavía llenas de arena y la nostalgia atravesada en la garganta.
Pateando desde Caseros a Santos Lugares hice un hallazgo muy curioso: fotos, decenas de fotos tiradas por todo el piso junto a la vía, a una treintena de metros de la estación, fotos de un viaje, fotos de una madre y su hijo -o una abuela y su nieto-, dos hermanos -¿amigos?-, el payaso con cara de flash entre la hojarasca y montones de basura plástica que está ahí porque la tiramos nosotros... ¿de quién fueron esas fotos?, ¿como llegaron ahí?, ¿en que situación y contexto?... puedo imaginarme una joven suicida arrojando esa maraña impresa de recuerdos por la ventanilla antes de arrojarse ella misma bajo las ruedas del tren en la próxima estación; puedo imaginarme también a esas imágenes como el resultado de un violento asalto: la cartera de una dama portaría esas fotos, la dama tal vez ya fué incluso sepultada y yo hago hoy esas tomas bajo la garúa unos pocos días después completando el oscuro designio de un dios avejentado, confuso y aturdido por las infinitas plegarias acumuladas e imposibles de cumplir; puedo imaginarme esas fotos como el producto de una separación, un incesto, una demencia hasta senil, o, tal vez, una oscura impostura psicológica... imaginaciones de lunes por la tarde, oscuras, deprimentes, llenas de ahogo. Lo que no puedo imaginarme es el porqué -y esto se aplica a todo- llegan esas tomas a mi blog. Son tomas de anteriores tomas que se reinventan en otro contexto y así se justifican. Y como siempre llego al punto de no saber ni entender nada -no me hago el sabio, nada sé ni nada entiendo realmente- la pregunta queda como siempre, sin respuesta. Como tampoco tiene respuesta ni lógica alguna el amor, el trabajo, la amistad y la desdicha de los lunes, aunque uno salga a escaparle a la contra como a la peste.

Sabado en tierras chetonas

Esto sucedió un par de semanas atrás -el "fin de los tiempos" viene muy veloz-, en principio fuimos hasta Chacarita a cenar a "Gambrinus", y luego salimos de allí rumbo a la segunda botella de tinto, en tierras Hollywoodenses.
No hay mucho para contar, caminar desde Chacarita hacia Palermo muy cerca de las vías del San Martín brinda el espectáculo gratuito de unos grafittis tan bellos que uno se olvida del riesgo al choreo y/o asesinato. Luego, unas cuadras más allá, luces de colores, espejitos y la sensación de estar dentro de una propaganda de coca-cola: hay tantas Argentinas en la Argentina que uno puede encontrar varias pateando por esas veinte cuadras sin tener que salir de la Capital Federal. Finalmente nos tomamos el segundo tinto, un Rincón Famoso, en un bar frente a la placita Serrano... seguro, pero muy desagradable -tanta "rubia tarada" alrededor-. Y como siempre para terminar el 39 a Chacarita y el 123 hasta la esquina de casa.