domingo, 30 de septiembre de 2012

Humahuaca (1)

El viaje entre Purmamarca y Humahuaca fue breve, o así lo pareció. En cuanto llegamos a la terminal comenzamos a buscar un sitio para hospedarnos y luego de las vacilaciones habituales entre el costo y la comodidad, nos decidimos por el hostal "Los Alamos", situado en las afueras del pueblo.
Ya desde el primer momento Humahuaca me atrapó... melancólico, desierto, austero, atravesado por el Río Grande, río ancho amarronado y casi seco que se parece más a una metáfora de la no claudicación contra toda prueba que a un afluente norteño. Dejamos el equipaje y salimos a recorrer sus calles un poco antes del comienzo del largo atardecer, bajo una intermitente garúa fresca. Visitamos el museo, la capilla, asistimos a una pequeña protesta de empleados municipales muy bien vigilada por la policía; subimos -Humahuaca tiene verticalidad- y contemplamos el pueblo desde lo alto, la caída del sol, la brisa dulce en aumento, las callecitas de piedra corriéndose al rojo por la inminente ausencia de la estrella, todas ellas iluminadas con focos amarillos de ensueño... finalmente llegó la noche y nos metimos en un pequeño bodegón a cenar esas cosas que uno suele cenar en el norte: picante de pollo, guiso de llama y cerveza salteña. Y luego nos fuimos a dormir.



  

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Una anotación al margen de las corcheas

25 de setiembre, clase de lenguaje pre-examen. Uno de los últimos fríos del 2012, y dicho así suena bastante nostalgioso. Llega el tiempo de la bici y del helado fuera de casa, de las largas caminatas nocturnas, de los mosquitos y las cucarachas, de la luna brillante sobre la parrilla y la carne dorándose sobre las brasas bajo el cielo estelar...
Comienzo a recuperar en mi memoria algunas geografías que vienen desde el lado del pedaleo... la línea contigua al San Martín, calle Nicaragua, de Caseros a Santos Lugares, plaza más virgen, porros cuando se pasa rumbo a otra cosa. Luego calle Lage atravesando el corazón de Santos Lugares hasta desembocar, con un incierto escalón, en la estación Saenz Peña. Luego aparece la imagen de las bicis correteando por el andén casi desierto escapando de la mirada policial, rumbo a la Capital Federal, que en ese punto está a cien metros. Y desde ahí, multiple choice: calle Ricardo Gutierrez rumbo a Villa Devoto -heladería Monte Olivia-; o Villa del Parque -heladería Cadore-; o el vagón en la estación, o Villa Pueyrredón... escenarios de esa primera noche de amor de esta historia que aún hoy firmemente perdura.
Estoy en el segundo piso de la UNTREF, pasaron las nueve de la noche, el profe habla sin parar de Steve Reich y Morton Feldman, y mientras escribo el San Martín ruge a mi espalda. El San Martín. Puedo conectar, en la totalidad de mi vida pasada, una gran sinapsis histórica a través de sus vías... El Centro, los amigos, el cine, las monedas en las vías de Hurlingham otra vez rateado del colegio, los porros antes de subir y volar durante media hora con la música del walkman, Retiro, parrillita Gaby en Palermo, la zona roja, las novias, las coladas, las fotos, borracheras en Las Cuartetas, el amor peligroso e incierto, la presencia imborrable de la muerte y la dicha que provoca el saberse muerto. El tren. Nada sería igual sin el tren, como nada sería igual sin el cielo y sin tus besos... que me vienen con el fútbol.

   

lunes, 24 de septiembre de 2012

Domingo en Parque Chas, Chacarita y Palermo

El plan era ir a recorrer Punta Lara, tomarnos el tren hasta Retiro, un bondi hasta La Plata y otro hasta el río, pero cuando el despertador chilló a las ocho de la mañana convinimos, sin palabras, en que necesitabamos más lecho. Salimos del colchón a las doce del mediodía, desayunamos y luego nos subimos al 123 en la esquina de casa y viajamos hasta el Club Arquitectura, en Capital Federal, y desde ahí pateamos bajo el sol primaveral por esa belleza silenciosa que es el barrio de Parque Chas, con sus casitas ordenadas, llenas de historia, y sus calles circulares. Luego atravesamos la zona del hospital Tornú, llena de grafittis; y seguimos la caminata hasta Palermo Hollywood, en donde nos tomamos unos licuados de banana y frutillas con una torta de queso y maracuyá que fué lo más parecido a un polvo gastronómico.
Cayó el sol, supermercado Vea, aceitunas y roquefort, retornamos hasta Chacarita, 123 hasta casa, y por la noche amasada y pizzas, dos, muzarella y fugazetta, cervezas y moscateles, helados y películas... "Carnage" y "El bebé de Rosemary", las dos de Polansky. Finalmente nos fuimos al lecho a las 6:30 de la mañana, cuando los pajaritos ya entonaban su dicha al sol... y ahora son las 14 horas del lunes. Lunes feriado, si puede haber algo peor que eso.