miércoles, 30 de abril de 2014

Gato entre las sombras

Desde el Jueves Santo y desde el borde del tapial
me saluda el gato entre las sombras.
Camina esperando el tiempo,
se sienta y aguarda la brisa,
se limpia y se detiene en el momento exacto...
el aire trae ese olor que se abre paso despacito
y burbujea, color rosa, en todo el interior.
Este gato es un gato fotograma,
vive en Caseros, es bicolor,
sus ojos y su pelo y sus patitas de algodón
están guardados como archivos
en un aburrido dispositivo que gira y gira y gira y gira
mientras el nunca se entera.
Las medicinas no lo alcanzan, tampoco la sinrazón;
este gato que saluda desde el borde
no lleva prisa,
ni guantes, ni paraguas; no cocina, ni congela,
sale por la mañana y regresa cuando cae el sol.
Y también duerme... cuando tiene sueño.
Y también me observa... cuando se le da la gana.
Esta gato en las sombras es un misterio y un espejo...
es una metáfora perfecta de todo lo que nunca voy a ser yo.

sábado, 26 de abril de 2014

Permanecer en la rama

Un golpe y un robo me llevaron de nuevo al templo.
Domingo de resurrección, Santos Lugares, Santuario de Lourdes.
El aroma del incienso y la oración otra vez, porque para el que cree todo le resulta en bien.
Y el pedido es simple: permanecer en ese yugo suave, dejar de lado las golosinas superfluas que ciegan, esclavizan y confunden todo lo demás.
Es difícil en soledad... un imposible objetivo solitario.
Es fácil, en cambio, junto al Maestro.
Permanecer unido a la rama hasta dar fruto, esa es la única realidad posible.
Y que lo demás, el mundo, se agote a sí mismo.

viernes, 25 de abril de 2014

Pequeña alumna

Mucho tiempo hablamos de esto,
de aprender y de cantar,
y parecía que el tiempo era un chicle que se pegaba en todas las cosas, en cada pastito, en cada pajarito, en cada rincón de cada emoción... de las lindas y de las otras.
Pero al final el tiempo se dejó estar... e hizo el resto.
-y si el tiempo viene o se va no me interesa en absoluto-
Ya estás acá: tus deditos en el piano.
El Mikrokosmos de Bartók en el nuestro, y todo lo demás: el nombre de los dedos, la mano derecha y la izquierda, el peso de las teclas, las figuras y las líneas.
Lo más importante es, parafraseando a Platón -o a Schopenhauer-, la niñenidad... esa cualidad de volver, como el Rey Midas, cada instante en una sonrisa.
Y aprender a leer la clave de sol y la clave de fa en dos semanas ya no parece tan difícil.

martes, 15 de abril de 2014

En la línea de fuego

Ahí vivimos, en la línea de fuego. No hace falta ir a la guerra para encontrarse entre las balas, ni hace falta mucho preámbulo ni telegrama de aviso para morirse de improviso... a fin de cuentas la parca termina siendo de lo más certero y aburrido que a uno le puede ocurrir, de tan previsible y esperada. Por eso me sorprendió que hoy en Santos Lugares, cuando me afanaron a las cuatro de la tarde dos pibitos de quince años a punta de pistola, me galopara tanto el corazón. De más está decir que les di todo -aclaro: se los hubiera dado todo igual aunque no hubiese visto el arma-, pero bueno, la vi, y uno se asusta un poco, si estaba tan linda la tarde, tan soleada y llena de brisa, no daba para morirse justo hoy. Y tuve suerte porque me devolvieron las llaves -me las tiraron mientras se iban con mis cosas- y más suerte aún porque regresando a casa me encontré con la carpeta de Psicología tirada en la calle, que era en realidad lo único no recuperable: mis apuntes. Todo lo demás, la SUBE, la guita, una bufanda, la mochila, un buzo, el mp3, todo es reemplazable. Tal vez lo que más me dolió, o lo único, en realidad, fue que se llevaran el que hasta ese momento era mi tomo tercero de La Filocalia. Luego me dije que tal vez es mejor así... por ahí un día lo leen y les viene bien un poco de Dios, por lo menos para que no lleguen a matar a nadie ni resulten ser matados.
Ojalá lo lean.

sábado, 12 de abril de 2014

El Batman mosquito

Francisco Beiró y Lope de Vega: el Batman mosquito acecha un metro y medio por encima de la cabeza del transeúnte mas alto.
No acecha desde hace poco, no, llegó aquí, a nuestro siglo XXI, hace cuatro años atrás, en ese trágico viaje de teletransportación futurista en donde su genética de murciélago superpoderoso se vio trágicamente mezclada con la de un simple mosquito anópheles.
Ahora el Batman díptero se ha vuelto vil, olvidando su moral de paladín anterior: su mezcla vampiro-zancuda ya no puede resistir el llamado de la sangre humana.
Nos acecha, entonces, cruel desde el cartel.
Yo lo acabo de ver ahí arriba, expectante, mientras esperaba la llegada del 53 que viene desde La Boca y va para Caseros... este Batman me pareció tan triste y extraviado, tan solo y confundido, que casi me emocionó hasta las lágrimas.
Lo fotografié a discreción a pesar de temer su ataque, pero las bajas temperaturas hoy reinantes lo entumecieron tanto -se sabe que los mosquitos no soportan el clima helado- que se quedó ahí, impotente, viéndome disparar una y otra la cámara frente a su ridículo antifaz de otrora insigne paladín.
No es del todo igual al Batman que todos conocemos... exceptuando su descomunal musculatura -ahora quitinada- y su traje oscuro de murciélago volador, le ha crecido una trompita, esa proboscide que es el tubo por donde succiona la sangre de los aleatorios caminantes despistados que se detienen bajo su dominio.
Ahora, mientras sopla y sopla el viento helado detrás de mi ventana, no puedo dejar de pensar en él y en su soledad de hambruna.
Tal vez más tarde le lleve, en un tupper, un poco de sangre del pollo que justo ahora está trozando mi mujer.

jueves, 10 de abril de 2014

El camino de las nubes

No caminamos por ese camino...
Habituados a la tiranía del deseo, buscamos forma en el consumo,
buscamos certeza en la opinión,
queremos ser... éxito, aplauso, la cima y la mera acumulación:
esa tóxica inercia que desciende en espiral rumbo a la disolución total.
Nunca La Nube.
La Nube es fecunda y fría, y sus caminos son insondables.
Es hermana de la brisa y madre de la lluvia.
La Nube baila bajo el sol, juega en la aurora y llora sus lluvias en el reino de la noche...
Y así como nadie sable donde sopla el viento, ni si viene, ni adonde va,
flota en su silencio de hesiquía sobre el mundo loco y aparente bajo los astros sin forma.
Sin rostro ni pretensión de identidad, deja su impronta en el brote, en la placenta, en la lágrima, en la humedad del globo ocular.
No se puede comprar una nube, no se puede vender.
No se atrapa ni se encierra con barrotes, no cotiza en bolsa ni se subasta en internet.
La nube es metáfora de lo inútil, de lo inasible, de lo huidizo...
del Tao.
En el camino de las nubes caminan los santos,
esos que renunciaron al oro, al poder,
y a las certezas de las formas.
Ahora me voy:
ya sopla el viento y cae la lluvia.

lunes, 7 de abril de 2014

Flores, abejas y el fin del mundo

Flores, uno ve sólo flores.
Pero hay más, mucho más...
hay savia, hay clorofila, hay pigmento, hay carbono, oxígeno, células, hay forma y hay color.
Y abejas.
Las abejas son ángeles, seres que viven a medio camino entre el mundo real y el paraíso espiritual;
y son los únicos seres que, naturalmente, pueden transmutar los elementos.
Eso es la miel, el producto de una transmutación alquímica.
Dicen que el día que mueran las abejas se acabará el mundo...
Un signo de los tiempos.


jueves, 3 de abril de 2014

Un negocio y una historia

Compraba discos allí, y casettes.
Iba caminando desde casa con un vinilo en la cabeza, seguramente algo escuchado en la FM.
Mal atendían dos tipos que, ahora, siguen estando... aunque uno de ellos, el que tiene graves problemas para sonreír, se ve poco: se metió en política.
Una vez compré un casette de Alan Parsons que estaba grabado directamente desde el vinilo... lo ponías y lo primero que escuchabas era el ruido a huevo frito de la púa.
Me cagaron varias veces, pero la verdad es que yo era bastante hincha pelotas, aunque gastaba bien.
También les compraba casettes vírgenes, TDK de cromo y hasta de metal.
Unos años después dejé de ir, subí una pantalla en el nivel y me fui a las disquerías de Cabildo: Churba y La Pelela.
Hoy Churba es un shopping de indumentaria, y La Pelela no existe más.
Yo creo, viendo la foto, que no le ponen un mango al negocio desde que yo era un asiduo cliente de once años...
Tengo cuarenta y cuatro.
"Con la democracia se come..."
Ojo con votarlo.