domingo, 1 de julio de 2012

Caminar, caminar en el Sabbath

Lo que para el judaísmo ortodoxo es anatema, para nosotros fue un polvo. No nos despertamos muy tarde -considerando el sábado relax y la pizza del viernes nocturno más la película de rigor, en este caso, Titanic-, y escapamos de la cama en este orden: mi chica primero, 10:30, para su ejercico habitual de escucha del programa "Marca de radio", de Eduardo Aliberti; y yo a las 12:50. Y todo fué muy rápido -evité, increiblemente, bañarme-, y 13:30 salimos, con las cámaras en el bolso, rumbo aleatorio pero con un fin definido: Avenida Cabildo y luego, Costanera.
Pasó de todo en seis horas de caminata, pero lo más significativo fué el ver como mi chica escapó por un pelo al afano de dos motochorros, en el corazón de la localidad de San Martín -tierra de nadie-, recuperándose de la emoción violenta de un modo admirable. Y luego, pateada hasta la estación "Miguelete", del tren Mitre, y desde allí, atravesando Villa Pueyrredón -parada en el Wall Mart- hasta encontrar la calle Manuela Pedraza, y luego derechito por ella, hasta Avenida Cabildo.
Entonces decidimos subirnos al 168 y rajarnos para "The Embers" y atragantarnos con un doble hamburgués en canasta con papas fritas y aros de cebolla para cada uno, y de paso presenciar, like antropólogos del west, la siempre interesante y enigmática flora y fauna del lugar -estamos en Avenida del Libertador, Martínez-. Luego del ejercicio de la contemplación y la lectura de un par de revistas idénticas, un par de horas después salimos y seguimos caminando hasta Avenida Maipú para tomar un heladito en "Arnaldo", famoso por sus exóticos sabores sexuales. El exceso de azúcar nos obligó a transitar, bajo la humedad de una sutil garúa, unas cuadras más buscando agua fría. Finalmente nos subió a bordo el 19, que nos llevó a Chacarita y luego, como no podría ser de otro modo, el 123, el bendito 123, que nos trasladó hasta la esquina de casa, intactos.