jueves, 25 de agosto de 2016

Cuatro días en veinticinco fotos -y un mundo que se derrumba-

Es totalmente arbitraria la numeración… y la elección del objeto. Ni se puede saber el sitio
–exceptuando el puente de la General Paz-, ni el país –exceptuando el idioma y Cristina flameando con sus marikas peronistas- ni la hora… reconocerán sus pertenencias los ignotos involucrados: un auto cubierto totalmente con mantas, una horrorosa muñeca asomando en la terraza, un violento reprimido con grandes necesidades de balear a todos… “hay balas para todos”… ¿será un violento reprimido? ¿o tal vez un bolchevique progresista del siglo XXI denunciando al perverso sistema en el que obligados -yo por lo menos- vivimos?... porque en este sistema, aunque escribamos “amor” en las paredes, dibujemos paisajes en los baldíos y soñemos con la libertad de "ir a donde quieras", sobran las balas. Balas para todos. “Cambiamos los ojos por el rabo”, diría mi vieja... y sí, y hace mucho tiempo.
¡Ah!, también es fácilmente reconocible el conglomerado de silos militares de El Palomar. Rojo, negro, blanco y un gigantesco cóndor con ánimo nazi... ¿o es un águila?... ¡heil!
“El mundo está cambiando”, recita la voz de Galadriel al comienzo de todo, “lo huelo en el aire”. Y ella tiene razón: cada día que pasa encendemos la radio, la TV, la PC, leemos los mentirosos diarios, hablamos con los vecinos en la cola del supermercado, nos juntamos con la familia y con los amigos y todo es lo mismo y va en crescendo: el mundo está cambiando, se huele en el aire, se derrumba, se colapsa como un agujero negro agotado en su infinita gravedad y en su apoteósica masa de miseria, de violencia, de mentira, de moralina e hipocresía.
“En la propaganda la chica vomita un hermoso y multicolor arco iris de consumo”
Pokemon go