sábado, 23 de junio de 2012

Tilcara (1)

Luego de Cachi y el breve retorno a Salta capital atravesando la Cuesta del Obispo, enfilamos, bus mediante, para Tilcara. Es verdad que había mucha gente, es verdad que había mucha juventud proveniente de los estratos sociales más altos, y ruido, música, gritos, careteadas varias, pseudo hippies-chetos nenes de mamá en un devenir repugnante de propaganda superficial y neoliberal; pero algo en el lugar, ya desde el momento de dejar el bus, me atrapó: tal vez la casi abrumadora cercanía del cerro Tilcara como una oleada gigantesca de tierra y pastizal, o las sombras extendidas, o el aroma primigenio en el aire virgen, o esa avenida -¡avenida!- como una conexión siempre subiendo y subiendo hacia regiones inexploradas y ancestrales aún no colonizadas por la moralina salvaje y mentirosa, la moralina europea de cagada asesina, triste e hipócrita.
Al llegar desayunamos; luego nos dedicamos a buscar alojamiento y, al encontarlo, dejamos los bártulos para enseguida patear hacia el Pucará, que justo ese día estaba de oferta: gratarola. Y hasta ahí las fotos de esta entrada.