viernes, 20 de abril de 2018

Mundo Whatsapp

En un gran porcentaje –o pequeño, da lo mismo- somos responsables. De lo que pasa y permitimos, de lo que no controlamos, de lo que hacemos juntos y en total complicidad. Somos responsables de la muerte de la vaca aunque no peguemos el mazazo, y todo así. McDonalds y la explotación sexual. Los misiles sobre Irak y el litio en mi computadora. Hoy necesitamos lo que no necesitábamos dos décadas atrás; y entonces mucho más que lo soñado el siglo anterior…  ¿qué? ¿cómo? ¿que retrógrado?... sin embargo afirmo estar escribiendo esto desde mi PC-esclavitud-despojo de la megaminería-. El asunto es que el consumo es ley, y el planeta apesta. Un tremebundo asalto a la nariz desde la cloaca humana. La organización del mundo apesta a gases, a ruido, a odios, a beeps, a despojos, a híper desconexión garantizada de red social... apesta a rebelión y a dócil entrega, apesta a machismo, travestismo, feminismo, lesbianismo, trolismo, putismo, gaggismo, cuckoldismo reventado de film XXX, corset y medias con ligas: “Lo que no pudieron con el paco lo lograron con el celular”, repite como un mantra-conurbano mi abducido amigo mientras masturba incansablemente la pantallita sin esperar siquiera una eyaculación feliz a cambio. Paco, tecno, tecnopaco, falopa, un mundo feliz, amor digital, muzarella virtual, una pizza-orgasmo sin aditivos ni cagadas de paloma. Una soledad suicida de pura carcajada. Volvió el Señor, pero ni onda. “Volvió el Señor”, página ocho del diario. La verdad es que regresó Jesús y ni nos enteramos… porque Jesús vino sin Whatsapp.
Chilla desde el pasado esa voz femenina, chilla rock & roll -estaba tan buena la peliroja y hoy es una anciana-… ¿tendrá whatsapp?
"Ya debe estar muerta" pienso.
Tan vivo yo, y tan seguro.