domingo, 24 de noviembre de 2013

Dos videos en Bolivia

Hace años quería una mandolina, pero en Buenos Aires no las fabrican sino que las traen de china. Y en el caso de una mandolina... bueno, los chinos no la tocan, por lo tanto fabrican lo que no conocen y en definitiva así terminan todas sonando, a mandolina China.
Pero en Bolivia sí la tocan, y a diferencia de los Argentinos, también las fabrican, y en cantidades no industriales.
La compré en La Paz, en la calle de los músicos, que es como la calle Talcahuano pero con la diferencia que en cada comercio no hay un importador, sino un luthier, que en general es el tipo que fabricó la mayoría de los instrumentos que vende... esas cosas maravillosas que tienen -o mantienen- los países latinos que aún se niegan a que la modernidad les anule la destreza y el amor de sus manos en detrimento de una máquina y de una mayor acumulación -de guita-.
En fin, me puse enseguida a tocar... los guitarristas solemos meter mano en cualquier cosa que tenga cuerdas, y la mandolina boliviana tiene doce, cuatro pares de tres.
El primer video está grabado en Coroico. Estábamos parando en el hotel vacío -el dueño nos tomó confianza, se rajó a La Paz y nos dejó las llaves, literalmente- y el hotel tenía una galería de lo más lindo, frente a las sierras... una mañana, entre mate y mate, lo grabé. Casi improvisado, claro.



El segundo video es en la habitación del hotel de Copacabana, a orillas del Titicaca... esa noche regresamos de comer unas truchas a la diabla y mientras mi chica se bañaba, lo hice. Improvisado, también. En general daba vueltas sobre esas melodías todo el tiempo, lo mismo los bajos. A la distancia, me agradan. Atrapar esos instantes musicales en un viaje inolvidable... lindo y melanco, como a mi me gusta.