viernes, 3 de febrero de 2012

Centro -horno- porteño

Uno termina haciendo cualquier cosa con tal de no quedarse encerrado entre cuatro paredes mientras se cocina como los tres santos hebreos en el horno de Nabucodonosor (ellos zafaron, nosotros, en el veranito de Buenos Aires, no)
Entonces nos subimos al San Martín, derretidos y bufando, y nos fuimos hasta Retiro y caminamos bajo el sol como perros sedientos y averiguamos lo que teníamos que averiguar, que era el motivo y razón del movimiento ahogado, y dejamos atrás los paraísos de Las Cuartetas, de Guerrín y de Santa María en Chacarita y llegamos muevamente a casa a bordo del 123 y yo me puse a tocar la viola, música clásica, y mi chica se fué a dormir. Y acá estoy, todavía recagado de calor y luchando contra los mosquitos como si fuesen migs rusos... y pensé que las únicas dos fotos que hice eran suficientes. Y lo son.