jueves, 15 de febrero de 2018

La oscuridad del día en Ancud, Chiloé

“La oscuridad del día es el mejor momento para ver”, asegura el indio Juan a un extraviado y temeroso Castañeda… luego la ausencia de viento y la calma chicha, las nubes informes, el cielo estrellado, siluetas, las barcas y el reflejo, calles distantes, las casitas rosadas allá en lo lejos, botellas, un perro negro, bares, la calle Pudeto amable y desierta, una hora feliz y el joven alcohol, el camino asfaltado al mercado-tobogán entrañable, ventanitas encendidas, restos de la última navidad, catedral multicolor, nido, puterío, nido, silencio, los perros de las putas, última noche… Ancud, Chiloé, y la nostalgia que ahoga y llora y estalla en mil sonidos, mil colores y poesías.
Atestiguar es dar entidad, el mundo existe si hay testigo, hay música si hay sonido en oídos que escuchan… ¿hay galaxias?... ¿están aún esos anillos en Saturno? ¡es de día!, ¿y las olas del mar?, ¿y la fiesta costumbrista?... a veces descreo que exista hoy lo que veo en fotos que día a día se vuelven antiguas. Y no, entonces pienso: “ahora mismo estará la gente caminando por esas veredas, yendo y viniendo del mercado, los mariscos respirando en las bateas, esperando el fuego, señoras vendiendo habas y viejecitas cociendo tortillas de papas con chicharrón. Ahora mismo alguien estará viendo mi fantasma caminando triste -y feliz- por allá, en Chiloé"