viernes, 15 de diciembre de 2017

Todos tus fantasmas

Están en cualquier lado: en las vidrieras y en el reflejo del cielo, en las nubes, detrás de los tejidos, bajo el sol descarado de diciembre, entre las sombras de los bondis y los cables y las ventanitas de largos y geométricos edificios. Fantasmas. Hay fantasmas gatos, hay fantasmas submarinos, colectivos, perros y espejismos; hay fantasmas cotillón y fantasmas con trazas de hierro y concreto, hay de esos que aparecen de repente y giran y se escapan con dudosa valentía, y otros que, como enloquecidos, vuelven y retozan entre las piernas de los cansados transeúntes…  más tarde pasa esa abuelita caminando lentamente rumbo a su casa de eternidad, y pienso: ¿acaso no es fantasmal nuestra volátil presencia?
Luego, todo se decanta y aparecen las imágenes, pero ese orden es un des-orden con sabor a espectro… “Los hombres olvidamos que somos muertos que conversan con muertos”, dijo El Gran Viejo, y bueno ¿el viejo ahora donde está? ¿en lo escrito? ¿en el cielo? ¿o en el silencioso camposanto?
No sabemos nada. Y esa, justamente, es nuestra gloria.
“Solo sé que no sé nada”, dicen que afirmaba una antiquísima aparición.
Y enseguida le dieron de beber cicuta.