jueves, 6 de noviembre de 2014

Nido nocturno

Una pequeñez, dos vidas: encuentros y desencuentros de dos seres que, a lo sumo, no sobrevivirán los cien años.
Cien años.
El Big Bang tuvo lugar hace trece mil setecientos millones de años; el planeta gira alrededor de su estrella, el Sol, hace cuatro mil quinientos setenta millones de años... los dinosaurios, esos grandes y bobos reptiles con cerebro de mosquito, desaparecieron hace ya muy poco: sesenta y cinco millones de años.
Y vos y yo acabamos de cumplir, apenas, los ocho años de convivencia.
Ocho años.
Esa cifra, frente a la del Cosmos, es menos que un micro instante en la volátil vida de la más inestable de las partículas subatómicas que atraviesan la materia interestelar a la velocidad de la luz.
Sin embargo, nuestro nido, este pequeño oasis que existe porque existe todo lo demás, vale más que todo aquello... y lo justifica.
No es que tenga importancia, en realidad,
"nothing really matters, anyone can see"
dijo el poeta,
pero algunas cosas, sólo algunas,
valen más que un sol y que un planeta.