viernes, 25 de abril de 2014

Pequeña alumna

Mucho tiempo hablamos de esto,
de aprender y de cantar,
y parecía que el tiempo era un chicle que se pegaba en todas las cosas, en cada pastito, en cada pajarito, en cada rincón de cada emoción... de las lindas y de las otras.
Pero al final el tiempo se dejó estar... e hizo el resto.
-y si el tiempo viene o se va no me interesa en absoluto-
Ya estás acá: tus deditos en el piano.
El Mikrokosmos de Bartók en el nuestro, y todo lo demás: el nombre de los dedos, la mano derecha y la izquierda, el peso de las teclas, las figuras y las líneas.
Lo más importante es, parafraseando a Platón -o a Schopenhauer-, la niñenidad... esa cualidad de volver, como el Rey Midas, cada instante en una sonrisa.
Y aprender a leer la clave de sol y la clave de fa en dos semanas ya no parece tan difícil.